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Entre

Sábanas

Alquiladas

¿Alguna vez ha pasado por la calle y le ha dado curiosidad los enormes edificios con ventanas oscuras, escaleras a la entrada y luces de neón? Aqui esta lo que nunca le dijeron y siempre quiso saber de los moteles.

 

 

Popularmente los moteles han sido catalogados como sitios desagradables a donde solo van los mozos, pero a pesar de esto cada día son más populares. Según la Secretaria Distrital de Planeación, en un año se solicitan más de 800 permisos para uso de predios para este tipo de establecimientos. Después de entrevistar a más de 50 personas, casi todos los hombres ven con buenos ojos  la practica de motelear, porque “uno sabe a lo que va”. En cambio, la mayoría de las mujeres coinciden en otras respuestas: “uno se sienta en una cama de allá y ya queda embarazada”, o “que boleta, ni que uno fuera una moza.” Este es un recorrido por los mitos y las realidades de un motel.

 

David Mariño, taxista.

Llevo 13 años manejando taxi. La mayoría de los pasajeros que van a un motel son de oficina. Aunque los sábados sale una que otra carrera de las discotecas, entre semana van más. Siempre es el tipo el que dice hacia donde, con voz bajita y después de un codazo de la chica. Casi siempre me dicen que los lleve a un lugar que sea bueno, y uno aprovecha porque hay residencias que le dan a uno 15 mil de comisión. Además yo siempre le cobro unos pesitos más por la carrera, porque como quiere quedar bien no se va a poner de líchigo a pelear 5 mil pesos. Siempre los dejo adentro, y ahí la recepcionista me da  la comisión, y en algunos le dan a uno una tarjetica, por cada ida le ponen un sello y si las completa le regalan a uno una ida gratis.

 

Ana María, recepcionista de un motel en Chapinero.

Ya llevo 4 años trabajando acá en la recepción.  Siempre recibo a las parejas con una copita de vino o ron.  Yo me encargo de mandarlos al piso, los más baratos están en el segundo, los temáticos en el cuarto y los más caros en los pisos de arriba. También contesto las llamadas y encargo la comida al restaurante. Aquí piden de todo, desayunos, ensaladas de frutas, almuerzos, trago, lubricantes y condones. Yo ya había trabajado en un motel en el Norte pero aquí viene mucha más gente. Acá en Chapinero la tarifa es más barata, y eso es lo que la gente busca. Los muchachos miran mucho el precio, aunque los ‘mayorsitos’ de treinta si miran más la temática del cuarto, si tiene jacuzzi y esas cosas.

 

Antes aquí solo venia la gente en carro o en taxi, ahora vienen muchos a pie y salen caminando como si nada.  Con decirle que los esposos son nuestra mayor clientela. Ellos entran y salen cogidos de la mano, muy frescos, sin miedo a que los vean, además siempre vuelven. Uno con el tiempo ya sabe quienes son pareja y quienes no. Los esposos son más frescos, nunca tienen afán y suelen durar mucho en las habitaciones. Además, cuando tenemos promociones en los cuartos románticos (febrero y septiembre) esto se nos llena de casados, sobretodo de gente mayor.

 

Ruth, aseadora.

En mi piso yo me encargo de hacerle aseo a los cuartos y mi compañera Cindy de llevar los pedidos. Nosotras los esperamos afuera del ascensor y preguntamos cual cuarto prefieren. En nuestro piso hay sencilla con tubo, sencilla con jacuzzi, texana y romántica. Lo que es lunes y martes esto mantiene lleno todo el día, en cambio los fines de semana se pone bueno hasta por la noche.  Apenas desocupan el cuarto yo me encargo de poner el jabón y los desechables (gorros y pantuflas) y cambio los tendidos y las toallas. La mayoría de la gente dura 3 o 4 horas, aunque a veces vienen de afán y duran una horita.

 

Juan Carlos, encargado del parqueadero.

Yo ya llevo unos 5 años acá.  Yo no me la paso adentro, solo les digo como cuadrar el carro, yo soy más un ‘halador’. A mi me toca pararme afuera y les hago señas a los carros  y a los taxis, Me toca saberme los precios porque los que vienen a pie me preguntan; apenas digo que hay suits de 30 mil entran de una. Los pelados vienen mucho los sábados, pero entre semana esto se llena de encorbatados. El día tenaz es el martes, después de las 6 de la tarde casi siempre hay trancón para entrar al parqueadero.  Acá viene de todo, así como vienen unos frescos hay otros que hasta con gafas de sol entran. No es raro ver viejas dando vueltas en un carro o armando escandalo en la calle.

 

David Mariño

A uno lo llaman y toca recogerlos adentro, muy poquitas veces se bajan en el mismo sitio. El tipo casi siempre deja a la vieja en algún lado para que coja otro taxi, y hasta se va contándole a uno que tal estuvo. Hasta me ha tocado escucharlos llamando a la esposa que la reunión estuvo muy larga o que hubo un problema en el trabajo. Yo no se si es porque van muy contentos pero siempre le dan a uno más por la carrera. El día que a uno más le salen son los lunes, y siempre van de afán, por ahí se demoran y los pilla la esposa.

 

Fin del recorrido

Después de entrevistar a más de 30 mujeres, casi ninguna admite haber moteleado, aunque según el sexólogo Marcelo Frieira dos de cada cinco mujeres van a moteles.  La principal razón para ir a un motel según sus clientes es la privacidad, pues “uno puede hacer de todo, sin miedo a que llegue alguien.” Incluso, el 60% de los entrevistados van a alguno de los más de 2000 moteles en Bogotá con su pareja. Esta práctica, según el sexólogo José Manuel González, es totalmente sana, ya que estos son lugares hechos exclusivamente para el disfrute sexual, y no tiene nada de malo que una pareja de esposos o novios vayan un día y den rienda suelta al placer.

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