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¡TOC TOC!

No estoy loco

¿Qué se nos viene a la mente cuando pensamos en una persona con un trastorno mental?. Si nos tomamos unos segundos para pensar podríamos saber que es lo que nuestro cerebro se imagina. Aquí la historia de Arturo un joven de 20 años que sufre un Trastorno Obsesivo Compulsivo.

 

 

 

Arturo es un joven de cabello oscuro y lacio, tiene una sonrisa muy amplia que parece contrastar con su altura. Es amante de los carros desde que tiene uso de razón y siempre tuvo presente que no quería ir a la universidad, “eso no era para mi, nunca me gustó la manera en como me enseñaron las cosas en el colegio, lo mío es otra cosa”. Y así fue, se graduó y empezó a formar una pequeña empresa de ediciones de video que con el tiempo y gracias a su talento fue cada vez mejor, sin embargo no todo parecía ir tan bien como en su vida laboral.

 

Hace tres años Arturo decidió compartir con su mamá los síntomas que venía experimentando, dentro de estos bañarse las manos en exceso hasta el punto que se le pelaban y le salía sangre, además le tenía fastidio a la gente, “no me gustaba que me tocaran ni a mí ni a mis cosas, me daba asco, sobretodo con los hombres por la manera que trababan a las mujeres, me daba mal genio algunos comportamientos de la gente” comenta. Por esto decidió alejarse de las personas poco a poco, porque consideraba que era la mejor manera para él estar tranquilo.

 

Al tomar esta decisión, la mamá de Arturo se inquieta acerca de su comportamiento y decide preguntarle qué le pasa. Arturo le confiesa que cree que está enfermo y que padece de un TOC: un trastorno obsesivo compulsivo; para convencerla, decide mostrarle un video de YouTube en donde explican el trastorno. Sin embargo su mamá no le cree y decide pedir una cita al sicólogo, lo que Arturo consideró conveniente ya que asegura: “es lo lógico, cuando nos sentimos enfermos vamos al médico, y cuando nos deprimimos o tenemos otra cosa parecida pues vamos al sicólogo ó al siquiatra aunque este es como más pesado”.

 

Su primera cita al sicólogo fue por parte del seguro médico hace dos años, y considera que fue una cita como cualquier otra, cuando entró al consultorio, empezó a hablar fluidamente sobre los síntomas que tenía y todo lo que estaba sintiendo. Por otra parte la sicóloga lo escuchaba atentamente y tomaba nota, así fue durante algunos minutos hasta que la profesional le dijo que lo que él tenía era un TOC que afecta a muy poca población en el mundo y que se generaba por impulsos en el cerebro, el estrés, o en general el ambiente en él que se desarrollaba.

 

A pesar de escuchar la opinión de una profesional, su mamá salió muy preocupada de la cita y su papá no hacía sino decir que eso no existía y que eran mentiras, bobadas. Por ello decidieron  ir un paso más allá y pedir una cita donde un siquiatra y escuchar una segunda opinión, pero los resultados terminaron siendo mucho peores.

 

Este nuevo profesional confirmó lo dicho por la sicóloga anterior, pero además les dijo que era necesario que Arturo fuera medicado y empezara a tomar terapias inicialmente dos veces por semana. Este nuevo tratamiento pretendía controlar las convulsiones producidas por el cerebro por medio de medicamentos. Sin embargo Arturo nunca estuvo a favor, dice que “lo que sea capaz de controlar el cerebro es lo peor, yo no quería que nada me controlara, me parecía muy peligroso” por ello decidieron él y su familia nunca más volver ahí.

 

Según la sicóloga Luisa Fernanda Cubillos, el TOC en general es una ansiedad asociada a pensamientos recurrentes de obsesión que suelen estar acompañados de acciones repetidas. Argumenta que se debe al inadecuado manejo de la ansiedad y como patología obedece a factores externos como el consumo de alcohol, drogas ó al manejo inadecuado de las emociones. Además asegura que hay muchas personas en el mundo que sufren de episodios y trastornos de ansiedad severos, sin embargo antes que se convierta en una patología severa se pueden hacer terapias de auto-control para moderar la ansiedad y evitar que estos se conviertan en pensamientos obsesivos compulsivos, si finalmente no funciona se recurre a los medicamentos. En conclusión sostiene que casi cualquier cosa puede producir un trastorno de ansiedad, un estrés mal manejado en el diario vivir puede llevar a un TOC, “como quien dice, hay que cuidarse” afirma.

 

Aunque Arturo no quería tomar medicamentos, seguía teniendo episodios de ansiedad. Un día se sentía tan mal que decidió ir él solo por urgencias en bicicleta, sin embargo la condición en la que llegó no era suficiente para que lo atendieran con prioridad. “Habían muchas personas peores que yo, llegaban adolescentes con intentos de suicidio, con crisis severas, cosas así, tu sabes”. Y cuenta que ver todas esas situaciones lo ayudaron a calmarse y a pensar que la gente tenía problemas mucho más graves que los de él. Además dice: “yo sentía como embarrada por todas esas personas, sentía que la manera como los atendían no era buena y no entendía porque los tenían que amarrar o inyectar, quería ayudar a que la gente no los viera como locos, sino que los ayudaran y los entendieran”. Por ello Arturo considera que como todo en la vida, la solución no es usar la fuerza sino tratar de entender la raíz del problema.

 

Y así fue como él encontró la solución, empezó a pensar que lo que tenía que hacer era buscar la manera de controlar sus reacciones, por ello decidió buscar en internet un siquiatra que manejara el sicoanálisis. Asegura que por medio de esta técnica, las personas auto-reflexionan acerca de su comportamiento y son ellas mismas quienes hallan las respuestas que están buscando. Arturo cuenta que aunque estas terapias no eran nada económicas, cien mil pesos por consulta, fueron de gran ayuda en su vida. Este nuevo profesional, del cual no se acuerda ni el nombre, pero con el cual se sentía feliz y a gusto cada viernes, lo ayudó a superar sus miedos en 3 meses. Afirma que el siquiatra le decía que no estaba loco y que su proyecto de vida, aunque diferente de los demás no estaba mal, y eso lo hacía sentirse feliz.

 

Hace un año que Arturo no va al siquiatra, cuenta que aunque a veces sufre crisis ahora las maneja mejor, y manifiesta que nadie nunca lo entendió completamente porque: “en general las personas relacionan los problemas del cerebro con locura y por eso piensan que uno les va a hacer daño, vinculan las enfermedades mentales con cosas sádicas y no es así, es una enfermedad como cualquier otra”.

 

Por último me dice que cree que hay enfermedades comunes que son mucho peores, considera que consumir alcohol, fumar y comer en exceso son enfermedades que matan lentamente a la gente porque son aceptadas y vistas como algo normal en la sociedad, cree que son maneras en las que la gente se refugia de sus miedos y problemas. ¿será que alguno de nosotros estamos enfermos y no nos hemos dado cuenta?

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