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Placenta ¿Placentera?

 

En Polonia se conserva la placenta en polvo para darla al niño en su primer día de colegio, para que sea un buen estudiante. Mientras tanto en China se prepara junto con leche materna para combatir el agotamiento Ch’i, un debilitamiento de la fuerza vital. 

 

 

Las propiedades medicinales de la placenta también aparecen en Checoslovaquia, en la década del 50, donde los enfermeros del departamento de ginecología y obstetricia provenientes de Vietnam tenían esta extraña costumbre de comer las placentas de las madres que daban a luz en los hospitales. Pero no comían todas las placentas que recibían, solamente elegían las placentas de madres jóvenes, saludables y atractivas. 

 

E incluso se menciona en la biblia. El capítulo 28 del Deuteronomio explica las maldiciones para aquellos que desobedezcan a Dios: 

“15 Pero si no obedeces la voz de Yavé, tu Dios, y no pones en práctica todos sus mandamientos y normas que hoy te prescribo, vendrán sobre ti todas estas maldiciones: […]

56 La mujer más tierna y delicada de tu pueblo […] se esconderá del hombre que se acuesta con ella 57 mientras come la placenta salida de su seno”

 

La placentofagia, referida a la práctica de algunos mamíferos de ingerir la placenta después de dar a luz, ha incursionado a la larga lista de tradiciones naturales que hoy en día buscan los seres humanos en su afán por recuperar la naturaleza dentro de sus vidas cotidianas. 

 

También la industria cosmética ha aprovechado los beneficios naturales de la placenta. Hoy en día es fácil encontrar extracto de placenta -tanto humana como animal- dentro de los ingredientes de cremas antiarrugas o cicatrizantes. 

 

Sin embargo la ciencia no juega a favor de la placentofagia. La comunidad científica considera que esta práctica no tiene ningún fundamento. El Dr. Juan Mauricio Pardo, medico internista e intensivista y Jefe Médico del Hospital Universitario Mederi, afirma que “la literatura que se encuentra sobre la placentofagia es anecdótica, actualmente no hay fundamento científico que apoye esta práctica”.  

 

En la otra orilla se encuentran los testimonios de madres que han consumido su placenta y afirman que obtuvieron beneficios al hacerlo. Angela Gifford vive en Oregon, Estados Unidos y desde Febrero de este año ha atendido 17 clientes con sus servicios de  encapsulación de placenta, dibujos en lienzo con la placenta, solución de placenta (con propiedades antienvejecimiento), malteada de placenta, trufas de placenta y bálsamo de placenta (para las estrías, cicatrices, pañalitis y demás irritaciones de la piel). Los precios varían desde los 35 dólares por una malteada de placenta hasta los 250 dólares que cobra por la encapsulación de la placenta. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Angela ofrece sus servicios para el área metropolitana de Portland, en Oregon, EEUU

www.hazeltreeservices.com 

 

Angela se enteró de esta práctica cuando estaba esperando a su primer hijo, hace 5 años durante sus cursos prenatales. Cuando su primero hijo August nació “el parto fue traumático, la lactancia no estaba funcionando, mi hijo tenía muchos cólicos y yo tenía depresión post parto” cuenta Angela. “Fue horrible. Yo debía haber estado disfrutando mi nuevo bebé pero al contrario me estaba sintiendo sola y al borde del desespero todo el tiempo”. El hospital donde nació August se negó a permitirle llevar su placenta a casa, por lo cual no pudo enviarla a encapsular. 

 

Cuando Angela quedó embarazada de su hija Hazel supo de inmediato que encapsularía su placenta esta vez, pues para la fecha el estado de Oregon había emitido una ley sobre la autonomía de las madres de llevarse su placenta luego del parto. “El nacimiento de mi hija fue una experiencia mucho más positiva que mi primer hijo”. Cuando empezó a tomar las cápsulas de su placenta sintió que tenía mucha energía “Energía buena, no como si hubiera tomado demasiado café. Simplemente me sentía muy despierta y muy feliz”. 

 

Aquí fue cuando Angela decidió que quería hacer los entrenamientos necesarios para compartir su experiencia con otras mamás “Quiero que otras mamás se sientan tan bien como yo me sentí”.

 

En Febrero de este año Angela se certificó como especialista en encapsulación de placenta y también recibió certificaciones en patógenos sanguíneos y manejo de alimentos, pues ella considera que una de las desventajas actualmente de la placentofagia es la falta de entrenamiento adecuado de las personas que ofrecen estos servicios. “Hay mucha gente que ofrece sus servicios sin haber recibido capacitación. Yo recomiendo que, si estás buscando encapsular tu placenta, siempre pidas las credenciales. Asegúrate de que tengan capacitación y certificación en patógenos sanguíneos, manejo de alimentos e incluso un certificado de entrenamiento en encapsulación”. 

 

El de Angela es solo uno de los muchos relatos que se encuentran en internet sobre madres que han experimentado los beneficios de consumir su placenta. Sin embargo no todo es color de rosa. Nancy Redd, una destacada escritora norteamericana, graduada de Harvard en estudios sobre la mujer, relata en su blog en el New York Times por qué se arrepiente de haber encapsulado su placenta para consumirla después del parto. Una crisis nerviosa la invadió después de haber tomado ocho cápsulas de su placenta. Inmediatamente después de suspenderlas, todo regresó a la normalidad. Nancy afirma que pudo haberse tratado de una coincidencia, pero también afirma que se arrepiente de haberse comido su placenta sin haber tenido en cuenta las precauciones suficientes.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Tomada de IPEN -Red Independiente de Encapsulación de Placenta- 

 

Mientras tanto en Colombia no se registran testimonios de madres que hayan ingerido su placenta. El Dr. Juan Mauricio Pardo afirma que no sabe de nadie que haya pedido su placenta después del parto. Le preguntamos también si las clínicas y hospitales entregarían la placenta a una madre que lo pidiera, a lo que dijo “la respuesta sería que sí, pues el tejido y la muestra son de ella”. Actualmente la alternativa de tener un parto en casa, lo cual facilita la posibilidad de conservar la placenta, está retomando popularidad entre los futuros padres que buscan los ambientes más naturales para recibir a sus hijos. 

 

La primera investigación sobre los verdaderos efectos de ingerir la placenta está hasta ahora en curso y los resultados solo se publicarán hasta mediados del 2015. Después de esto se podrá asegurar si la placentofagia tiene las ventajas que dicen quienes lo han realizado o simplemente se trata de un efecto placebo.

 

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